Ella salió a la calle, sin más, como lo hacía siempre, con ese ímpetu que la caracterizaba, como si ya no le diese miedo de nada,ni de la noche , ni del viento ni siquiera del frío.
Aterrizó en aquel lugar como por arte de magia, solamente había escombros, y una pequeña luz que salía de la ventana del edificio de al lado la vigilaba de reojo...